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Todos duermen en el tren,
todos duermen menos yo.

Por la abierta ventanilla
mirando, mirando voy
el campo *****, que argenta
la luna con su esplendor.

Todos duermen en el tren,
todos duermen menos yo.
Nadie tiene sed de espacio,
sed de luna, sed de Dios.
De pintor ignorado, tal vez santafereño
Discípulo de Vásquez, borrosa, amarillenta,
Se ve la tela antigua, de artístico diseño.
En el marco, una cifra: 1680.

Es retrato de dama. Negros ojos, risueño
El labio, nariz fina. Veinte años aparenta.
Abstraída parece como en lejano ensueño,
En un lejano ensueño que luz de luna argenta.

¿De un Oidor fue la hija? ¿Fue de un Oidor amada?
Las noches coloniales, todo el pasado, un mundo
De leyendas desfila, como en visión soñada;

Y una canción se escucha, cadente y dolorida,
Mientras se riega, pálida, desde el azul profundo,
La luz de las estrellas en Santa Fe dormida.

— The End —